¿Te preocupas demasiado? ¿Rumias con frecuencia? ¿Te ahogas en un vaso de agua?
Tranquilo, no eres el único. Creo que la mitad de la población se ahoga en un vaso de agua y la otra mitad no, ¡sólo porque ve el vaso medio vacío!
Es un chiste entre psicólogos...
Hoy día, el pensamiento neurótico (sensación de amenaza persistente o estado de alerta) es bastante frecuente. Es la consecuencia natural de una sociedad cada vez más individualizada. Y donde lo individual crece, el Ego se hace fuerte.
El Ego (o mente egotista, según Echart Tolle, autor de El Poder del Ahora) es la consciencia de uno mismo. Y el uno mismo, nuestra identidad, en una sociedad individualizada, es muyyy importante. Así que cualquier cosa (o no cosa: imaginación) que la amenace, es también muyyy importante. Y por tanto: grave, horrible, digno de ser temido, digno de mi preocupación.
Hay muchas maneras de salirse el Ego, por ejemplo a través del Mindfulness (atención plena en el aquí y ahora) o a través de la gratitud: para desplazar el foco de atención desde la amenaza o problema hacia lo que es, y aceptarlo con valoración.
Pero, como psicólogo cognitivo-conductual que soy, considero que la mejor manera de salirse del Ego y su característico pensamiento neurótico es: no echarle mucha cuenta. Y eso se logra cuestionado la credibilidad y la utilidad de los pensamientos que inundan nuestra mente egotista.
En este blog ya he dado cuenta de algunas técnicas que nos sirven para cuestionar al Ego, ya sea a través de un diálogo interior o de la escrituraterapia, como por ejemplo: pregúntate por qué no es importante ese pensamiento que te ronda (preocupación: rumiación, anticipación) y qué sí es importante en este momento; o pregúntate qué te estás diciendo para sentirte mal, qué está pasando realmente y qué puedes hacer para sentirte mejor.
La siguiente técnica es complementaria con las anteriores y muy sencilla de aplicar en la vida cotidiana. Consiste en construir tu escala de la felicidad.
¿Qué es lo más importante para ti? ¿Qué es lo que le da valor a tu vida? ¿Qué es lo que más te gusta, te llena y te da paz y satisfacción?
Hace poco hablaba con un paciente y le preguntaba: ¿qué es lo más importante que has hecho en el día? Y él me respondió: preparar unas clases (es profesor), dedicar un tiempo al proyecto en el que estoy trabajando... Yo le dije: "No. Eso no es cierto. Sé qué es lo más importante que has hecho en el día y no es eso. Te conozco mejor que tú". Él, con la mosca ya detrás de la oreja, me replicó: "A ver, ¿qué? Y yo le contesté: "Darle un par de besos a tus hijos".
Estuvo totalmente de acuerdo conmigo.
¿A qué le das más valor: al dinero o a la familia, al trabajo o a los amigos, a tu identidad (como hace el Ego) o a sentirte bien contigo mismo?
Una escala de valores prototípica (¡y cuidado, eso no quiere decir que ésta tenga que ser la tuya!) podría ser:
1. Familia.
2. Amigos.
3. Ocio.
4. Descanso.
5. Comida y bebida.
6. Trabajo.
7. Música.
8. Sexo.
9. Viajar.
10. Crecimiento personal.
Insisto, es sólo un ejemplo: no están todos los que son ni tienen por qué ser todos los que están. Pero ahora cabría preguntarse: ¿mi preocupación, mi rumiación o anticipación, mi neura: amenaza realmente estos valores?
Y si la respuesta fuera que sí (que es muy improbable) cuestiónate si la amenaza es realmente definitiva: ¿si te quedaras sin amigos no podrías hacer unos nuevos, si te quedaras sin trabajo no podrías encontrar otro, si te quedaras sin música...? Eso último es bastante complicado, aunque cuidado, ¡que ahí está la amenaza del electro-latino, eh!
Incluso si la respuesta siguiera siendo que sí (que ya sería la repanocha), ¿no mantendrías otros valores que, valga la redundancia, la darían un valor muy especial a tu vida?
La pregunta final que tienes que hacerte es: ¿quieres que en tu vida abunden las neuras o lo que te hace sentir bien?
Pues empieza por darle valor sólo a aquello que para ti se lo merece.
Un abrazo.