En mi trayectoria profesional como psicólogo he aprendido (en realidad debería decir: mis pacientes me han enseñado) que a la hora de hablar, ya sea a través de un lenguaje más coloquial o más técnico, usamos las palabras "inseguridad" y "falta de confianza" como si fueran lo mismo.
Y no lo son. De hecho, no es que no sean lo mismo. Es que son lo opuesto.
Para que haya confianza, debe haber inseguridad. Si hay seguridad, de nada sirve la confianza.
A mis pacientes con falta de autoconfianza siempre les pongo el mismo ejemplo: sabemos que la confianza es muy importante para que una relación funcione, es uno de los pilares de la pareja. Bien, confiar en la otra persona no implica estar seguro, ya que no suelo estar seguro de algo hasta que lo veo con mis propios ojos. Si miro su móvil, si le pregunto constantemente dónde está y con quién, si no la dejo salir para que esté siempre a mi lado y así pueda saber qué está haciendo, obtengo seguridad, puede, pero desde luego lo que no hay es confianza, y la relación más tarde o más temprano, morirá.
Confiar, dentro de una relación de pareja, implica que: no sé dónde estás, ni con quién ni lo que estás haciendo, pero no me imagino nada malo, porque confío en ti. Esa confianza, esa apuesta por la otra persona, ese acto de fe, genera un espacio de libertad en la que ambos miembros de la pareja se sienten libres, cómodos por tanto y, paradójicamente, seguros.
Este modelo de confianza vs seguridad se puede (y pienso que se debe) aplicar al ámbito interno, a la relación más importante que tenemos en el mundo: la relación con uno mismo. Porque he observado que hay muchas personas que no confían en sí mismas precisamente porque quieren estar seguras de sí mismas.
Y esa pretensión de seguridad es absurda ya que es muy difícil en la mayoría de los casos, por no decir imposible, estar seguro de algo.
Entonces, nos decimos: "No, no lo hagas todavía, cuando estés seguro de que serás capaz de hacerlo, entonces". ¿Y cuándo lo estarás? ¿Es eso confiar en ti y en tus capacidades? ¿Es eso creer en ti?
Abandona esa absurda pretensión de seguridad, ¡y cree en ti! No sabes si eres lo suficientemente bueno ni nunca lo sabrás, no sabes si lo consigues hasta que lo intentas, no sabes si estás preparado hasta que te pones a ello. No esperes a estar seguro para actuar y desarrollar tus potencialidades, simplemente confía, apuesta por ti. Y para que esa apuesta sea, no segura (¿cuándo una apuesta es segura?, sólo cuando está amañada), pero sí al menos no demasiado arriesgada, lo único que tienes que hacer es:
1. Conocerte. Saber cuáles son tus fortalezas personales y también tus límites.
2. Aceptar que las cosas pueden salir mal y que eso no es el fin del mundo ni te marca de por vida, simplemente es una experiencia de aprendizaje más.
3. Confiar en ti y en que saldrán bien, porque pudiendo ir bien y pudiendo ir mal... ¿¿¿de qué te sirve pensar que va a ir mal???
Pensar que va a ir mal sólo es una excusa que te lanzas a ti mismo para no atreverte porque no estás seguro. Y no tienes que estar seguro para atreverte. Sólo lánzate al ruedo y mánchate las botas de barro, porque lo único que esperamos de ti, es una pequeña osadía.
Un abrazo, valiente.