Hay veces en la vida que conocemos a alguien y, ¡BUM!, explosión hormonal dentro de nuestro cuerpo y una pequeño ser acampa en nuestro cerebro: nos hemos enamorado. Nos gusta esa persona, queremos estar con esa persona, ¡queremos tener hijos con esa persona! O al menos una mascota, para quienes no les gusten los niños. Pero, ooooh, él o ella, no siente lo mismo.
¡Pero hay otras veces en la vida que sí siente lo mismo! Y es maravilloso, me siento correspondido, hacemos cosas juntos, construimos complicidad y confianza, pasamos momentos idílicos, nos apoyamos el uno al otro, compartimos nuestros cuerpos, mentes y emociones, nos amamos... Hasta que otro día, más adelante, por las razones que sean (¿rutina, conflictos, otra persona...?), esa persona, ooooh, deja de sentir lo mismo, ya no me quiere.
En ambos casos, es normal, absolutamente normal, sentir decepción, tristeza, vacío, soledad, frustración... Dolor emocional, al fin y al cabo. Este dolor emocional no es malo, ¡al contrario!, es necesario para superar la pérdida: la pérdida de algo que se esperaba o algo que se había construido. Por tanto, es bueno y necesario pasar por esas emociones para superar el desengaño o duelo, para recuperarse, tras la pérdida, a uno mismo. Pero no son de esas emociones dolorosas de las que vengo a hablar en este post, sino de una emoción a priori "positiva" (no existen las emociones buenas y malas, todas pueden ayudar... o complicarnos la vida, según cómo las manejemos). Yo quiero hoy hablar de la esperanza.
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Y a veces, añado yo, debería ser lo primero. Porque tanto en un caso como en otro, la esperanza, esa pequeña rendija que queda abierta, es la que hace que nos peguemos de cabeza una y otra vez contra una puerta que en realidad está completamente cerrada y no tiene ninguna fisura.
Y eso, duele más. Duele mucho más pegarse una y otra vez contra esa puerta.
Si le has dicho a la otra persona lo que sientes, si esa persona también te lo ha dicho y ha sido clara y franca contigo, si siendo pareja habéis tratado de superar las dificultades y no ha podido ser o bien la otra persona no quiere seguir intentándolo (y en su derecho está), ¡claro que siempre puede haber una posibilidad de que cambie de opinión, de que finalmente la conquistes, de que vuelva contigo!, la posibilidad es lo posible, lo que puede ser y, lo que puede ser, no existe. Así que mi pregunta es: ¿qué haces aferrándote a algo que no existe o dejó de existir, en lugar de agarrar tu vida, tu presente, lo que SÍ existe?
Sólo podemos ser felices con lo que es,
NUNCA con lo que NO es.
¿Has dejado claro que quieres estar con esa persona, has manifestado tu convicción de que la sigues queriendo? Muy bien, ya está, queda en calma, queda en paz. Lo has hecho, has hecho tu trabajo. Si Mahoma ha ido a la montaña, y el acceso a la montaña estaba cerrado, que sea la montaña la que te avise cuando su acceso quede abierto y, mientras tanto, por si eso no llega a pasar, no te olvides de visitar otras montañas, y playas, ríos, ciudades, pueblos...
Si estás enganchado a alguien, es normal que te duela no estar con esa persona y tendrás que pasar tu duelo. Pero si estás enganchado a la idea de estar o volver con esa persona, se sufre muchísimo y durante más tiempo. Y éstas son algunas de las cosas que puedes hacer para dejar de hacerlo:
1. Acepta lo que esa persona te está transmitiendo: no es no. No nunca es "a lo mejor sí", "sigue intentándolo y ya veremos", "continúa insistiendo y cambiaré mis sentimientos". Los sentimientos de la otra persona no cambian por nuestra insistencia, cambian porque la otra persona cambia, y eso corresponde a su esfera personal, no es nuestro problema, deber o trabajo. La pelota, como suele decirse, está en su tejado. Si subes a cogerla puede que te caigas y te rompas una pierna. Es su casa, deja que sea esa persona quien ordene su casa.
2. Toma distancia. Una de las acciones que más ayudan a superar una ruptura sentimental es la comunicación 0: quítate de sus RRSS, bloquea su whatsapp, no cojas sus llamadas, etc. Si te gusta un amigo o amiga y quieres seguir manteniendo su amistad, da al menos un paso atrás. La "zona amigos íntimos" no es una zona segura, al menos no mientras sigas enganchado/a emocionalmente a esa persona.
3. Deja de idealizar a la otra persona. El amor de tu vida no existe. Existe el amor, y existe tu vida. Tendemos más a enamorarnos de lo que pensamos de la otra persona que de lo que la otra persona realmente es. Piensa en sus defectos, ¡sí, efectivamente no es perfecta!, y si habéis tenido una relación, recuerda que no todo fueron buenos momentos.
4. Acércate a las personas que SÍ te quieren. ¿Qué haces perdiendo el tiempo con alguien que no lo hace? ¿Por una vana esperanza de que en algún momento de su vida sí lo hará? ¿Y qué hay de tu vida, de tu vida hoy, y de la gente que te quiere, que te valora y que quiere hoy compartir esa vida contigo? Valora a esas personas, no les des la espalda, no las subestimes, no las desprecies... Y quizá lo estás haciendo cada vez que vas buscando de nuevo, una y otra vez, a la otra persona.
5. Proyéctate hacia tu futuro con ilusión. Si la otra persona te dijo que no, "dijo" está en pasado. Si te dijo que te ha dejado de querer, "ha dejado" está en pasado. Allí, en el pasado, no haces nada, no existe la posibilidad de ser feliz, sólo puedes serlo aquí y ahora, construyendo un aquí y ahora que te proyecte hacia un futuro ilusionante para ti: llena tu vida de proyectos, metas, objetivos. Empieza una nueva vida, la que tú quieras vivir, convierte ese "no" en un gran y fuerte SÍ a otras muchas más cosas que enriquecerán tu vida, quizá de una forma que nunca pudieras haber hecho con la otra persona.
En definitiva, éste es un post para que nunca, nunca jamás pierdas la esperanza. La esperanza en ti mismo, y en que tu felicidad no la encontrarás en otras personas, sino siempre, dentro de ti.
¡Un abrazo!