La vida nos suele dar reveses.
En ocasiones son más leves: se me cae el móvil nuevo y se rompe, me quedo sin internet, se me acaba el gas, cancelan mi serie favorita, llueve todo el fin de semana que había planeado de escapada, mi pareja se enoja conmigo...
En otras, son más duros: perder un trabajo, una ruptura sentimental, un proyecto que no sale bien, un accidente o el diagnóstico de una enfermedad, perder a alguien importante en mi vida.
Para todas ellas, me di cuenta escribiéndole a una paciente, de una pregunta que podemos hacernos más a menudo y es:
¿DE QUÉ COÑO ME SIRVE A MÍ AMARGARME POR ESTO?
Amargarse no es sufrir. ¿Cómo no vas a sufrir si pierdes a alguien? Lo más normal y natural del mundo es que sientas ese dolor, que te permitas sentir ese dolor, de igual manera que si lo que pierdes no es a alguien sino algo, como el móvil, aunque espero que en menor medida.
Amargarse es recrearte en el dolor. "Recrear" según el diccionario de la lengua española es "crear o producir de nuevo algo", y "amargarse" es "experimentar resentimiento por frustraciones, fracasos, disgustos, etc."
Sufrir es sentir el dolor. Y sintiéndolo, es como se extingue.
Recrear el dolor es resentir el mismo, una y otra vez, de manera que puede hacerse muy duradero, intenso, incluso crónico... y amargarte la existencia.
Cómo recreamos el dolor y nos amargamos: a través de la rememoración. Es decir, manteniendo en la mente algo del pasado. Y cómo lo hacemos: a través de actividades mentales como la queja, la culpa, las rumiaciones, el autocompadecerse o victimizarse, y la negación. Y con qué finalidad lo hacemos:
CON LA FINALIDAD DE CASTIGARNOS
Porque un día aprendimos que el castigo era bueno, que con el castigo aprendíamos y nos volvíamos mejores... y no es cierto. Desde la psicología sabemos que el castigo sirve sólo para erradicar conductas no deseadas, no para producir nuevas conductas deseadas.
No vas a volverte menos torpe por castigarte tras haber tirado el móvil ni mejor pareja tras culparte infinitamente desde que tu último amor te dejó. Analizar las causas, asumir tu responsabilidad y comprometerte con el cambio, ¡eso!, será lo que te ayude a dirigir tus pensamientos, y por tanto tus decisiones y acciones posteriores, a comprarte un protector para el móvil o a la búsqueda de mejores estrategias relacionales para la próxima vez que te enamores.
Sentir el dolor, sirve. Aprender sirve. Amargarte a través de recrear el dolor mediante la rememoración del mismo, no sirve de nada. Así que, la próxima vez que caigas en alguna de las actividades mentales mencionada, insisto, dite:
¿DE QUÉ COÑO ME SIRVE A MÍ AMARGARME POR ESTO?
Convierte esta frase en tu mantra corta rumiaciones, culpas, quejas y etc.
Acepta la situación que engendra tu dolor, ya que la rememoración es negación de aquella. Acepta tu sentir. Y focaliza tu atención en aprender, continuar, seguir para delante.
Porque si el fin de semana te pilla lluvia, no te preocupes, siempre quedan más fines de semana por delante. ¡Un abrazo!