Ayer, 30 de septiembre, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó datos actualizados sobre los divorcios, separaciones y nulidades matrimoniales en España (más info aquí). Y aunque las noticias aparentemente son buenas, porque en 2018 los divorcios han descendido casi un 3% en comparación con el año anterior, el porcentaje de divorcios en España sigue estando alrededor del 60% (más info aquí).
Si más de la mitad de las parejas que se unen, se separan, para mí es un indicador de que algo se está haciendo mal en el amor, o algo al menos se puede mejorar. Por eso he querido escribir este post, ya que creo que venía como... anillo al dedo (perdón por el chiste a lo Matías Prats).
Para identificar qué mata el amor y qué puede salvarlo, creo que primero hay que hablar de cuatro valores que considero necesarios para que dos personas se enamoren y decidan embarcarse en una relación:
- La atracción. Evidentemente, es necesaria. Pero no tiene que ser solo atracción física, ha de ser sexual, y la sexualidad puede experimentarse más allá del físico: por la inteligencia, por la manera de ser o de tratarme, por su timbre de voz, por su olor, por sus detalles, por su carácter... Pero, sí, claro, por las razones que sea, ha de haber atracción sexual.
- La admiración. Esto no significa poner en un altar (mejor, de hecho, si no lo hacemos), pero sí que haya aspectos de la personalidad y de la vida del otro que admire, que valore de forma positiva y especial. Puede ser su trabajo, puede ser su cultura, sus intereses y aficiones, su manera de comportarse con los demás, su forma de afrontar la vida, su actitud, su filosofía... Pueden ser tantas cosas.
- La complicidad. Esto no implica que las dos personas hayan de ser 100% compatibles, ni mucho menos, pero han de existir algunos aspectos que los unan, que las hagan cómplices. "Nos reímos de las mismas tonterías, nos entendemos sin hablarnos, compartimos una visión del mundo parecida..." Ese tipo de sub-conexiones que fortalecen la conexión principal.
- El respeto. Lamentablemente, este valor no es en realidad necesario para que dos personas se enamoren. Pero debería serlo. Te puedes enamorar de un maltratador, te puedes enamorar de una egoísta. Pero no es bueno que lo hagas, claro. Si todos tomamos conciencia de que el respeto es básico, desde primera hora, elegiremos mejor en el amor. Si hay atracción, admiración y complicidad, seguramente estarás muy enamorado o enamorada y, sin ninguna duda, importa una mierda si no hay respeto, ya que en tal caso no debes embarcarte en una relación.
Imaginemos que aparecen estos cuatro valores y tú y otra persona os enamoráis muy mucho. ¿Qué es lo que mata el amor? La relación, el propio curso de la relación es lo que lo mata. Porque, con el tiempo, en la relación:
- Aparece la rutina. Nos cansamos del mismo cuerpo, de las mismas posturas, de las mismas conversaciones... Todo es repetición, monotonía. Y eso provoca apatía y finalmente rechazo; ya no deseamos tanto estar con la otra persona.
- Aparece el tedio, el aburrimiento. Y ya dejamos de valorar lo que tanto admirábamos al principio. Nos empezamos a fijar más en lo que me molesta, en los pelos en el baño o los calcetines en el suelo.
- Aparece la fatiga y el cansancio. Estar con la otra persona me empieza a dar pereza, hablar con ella se convierte en un compromiso, en una tarea desagradable. Y cada vez nos alejamos más el uno del otro.
- Y aparecen las peleas. Y con ellas las faltas de respeto. Y con ellas heridas que a veces no cicatrizan del todo. Y entonces ya voy envenenado hacia nuestro próximo desencuentro y... Ese veneno, definitivamente, mata el amor.
Un panorama desolador, ¿verdad? Esto es lo que pasa, irremediablemente, en la gran mayoría de los casos. En cualquier relación, por muy fuerte que haya sido la primera conexión (la del enamoramiento), van a aparecer rutina, aburrimiento, cansancio y peleas. Y por tanto, se va a jod... ¡No! No se tiene que joder nada. Porque ahora que sabemos cuáles son las dificultades que provocan que se pierdan los valores que nos hicieron enamorarnos de la otra persona, lo que hay que hacer es prevenir esas dificultades y promover estos valores.
Y eso es lo que yo creo que se consigue con "las cuatro patas de la mesa del amor". Las llamo así porque una mesa se sostiene gracias a sus cuatro patas y, de la misma manera, no creo que una relación se pueda sostener sin estos cuatro pilares:
- Dedicación. Hay que esforzarse, hay que trabajar. Pero es un trabajo ligero, no pesado, es bonito y enriquecedor para las dos personas. Cuando nos enamoramos de alguien nos esforzamos por captar su atención y con el tiempo nos acomodamos y dejamos de hacerlo. ¡Y eso mata el amor! Hay que seguir depilándose, afeitándose, ponernos guapos, ser higiénicos, mantenernos en forma, elegir ropa interior sexy. En definitiva, seguir dedicándome a captar la atención de la otra persona. Con esta "pata" se preserva la atracción y la admiración y se previene la rutina y el aburrimiento.
- Intimidad. Se trata de tener intimidad sexual (una escapada, probar cosas nuevas) y no sexual (tener momentos para los dos solos como pareja). En definitiva: seguir siendo novios, ya que esto es algo que se olvida con el tiempo y ambas personas suelen encerrarse en sus roles de trabajador-trabajadora y padre-madre. Hay que seguir haciendo esas cosas que hacíamos cuando empezamos y que nos hacían sentir tan bien, y por supuesto probar cosas nuevas (que es algo que también hacemos cuando iniciamos una relación). Con la intimidad se preserva la atracción y la complicidad y se previene la rutina y el aburrimiento.
- Confianza. Esto implica dar libertad a la otra persona para que tome sus propias decisiones y no despojarle de su espacio personal, porque confío en ella y sé que no lo va a usar para hacerme daño. No anular la individualidad de la otra persona, fomentarla, y que así cada uno de los dos tenga sus propios amigos (pueden ser exclusivos o compartidos), sus propias aficiones, su tiempo para estar solos (todos lo necesitamos). Con la confianza se preserva la admiración y el respeto, y se previene el cansancio (porque como no estamos todo el tiempo juntos ya no nos cansamos tanto el uno del otro) y se evitan muchas peleas que devienen precisamente por la falta de confianza.
- Comunicación. Es importante hablar, sí, pero más importante es hablar bien. En una pareja siempre van a aparecer motivos de discusión, y es bueno y sano que se discuta. Pero discutir es poner en debate dos puntos de vista distintos; no es pelear. Se pelea cuando se falta el respeto, cuando se reprocha y se ataca. Comunicarse bien implica escuchar, empatizar (que no es estar de acuerdo, pero sí entender) y tener una actitud propositiva, que significa querer llegar a acuerdos y no empeñarme en que el otro me dé la razón. Este tipo de comunicación preserva la complicidad y el respeto y previene la fatiga y las peleas.
Por último, pero no menos importante, aclarar que estas cuatro patas de la mesa sirven para sostener la relación, pero no necesariamente han de salvarla. Porque a veces no hay nada que salvar. A veces simplemente me doy cuenta de que elegí mal y quiero otra cosa. A veces simplemente crecemos juntos hasta que llega un punto en el que nos damos cuenta de que al menos uno de los dos quiere seguir creciendo por separado. A veces simplemente se acaba el amor. Y ya está. No hay que buscar culpables ni víctimas, ni buenos ni malos, ni motivos ni excusas.
Como siempre digo, el amor es un encuentro, y en algún momento (muerte o separación) se ha de producir el desencuentro. Mientras dure el camino, a disfrutarlo.
Y espero que este post sirva a algunos para que ese camino sea más bonito. Y si no... os recuerdo que hago terapia de pareja y que una ayuda desde fuera nunca viene mal. ¡Gracias por leerme, un abrazo!