Más o menos una vez cada mes publico algunos de mis posts antiguos más leídos. Así, descanso un poco y recordamos ideas muy útiles a las que siempre viene bien hacer un repaso, porque en psicología tan importante es lo que conviene aprender, como desaprender, como recordar.
Esta semana, EL TRAUMA: CÓMO SUPERAR LAS HERIDAS DEL PASADO. Un post que nos habla de aquellas vivencias dolorosas que nos han dejado una herida emocional y de aquello no es bueno y sí lo es para sanarla.
Si te gusta este post, no te lo quedes solo para ti, por favor; compártelo. Y cuestiona siempre cualquier cosa que escriba; la duda es lo único que nos acerca un poco a las certezas.
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Un trauma es una herida producida por un golpe.
A veces el golpe es físico, y hablamos entonces de un hueso roto o una lesión muscular. Y a veces el golpe es emocional y hablamos entonces de heridas psicológicas.
Estas heridas necesitan cicatrizar. Las cura el tiempo:
Vivir el presente, mirar al futuro con ilusión,
así se superan las heridas del pasado.
Es una bonita frase. Pero lamento decirte que no siempre es así.
A veces el trauma deja una herida tan profunda que se queda grabada en el subconsciente y nuestro "vivir el presente y mirar el futuro" se convierte en una huida hacia delante.
En ocasiones es necesario volver a la raíz y encarar la experiencia traumática.
Esto lo sabemos gracias al estudio y tratamiento del estrés postraumático. Se ha demostrado que personas que han vivido experiencias altamente traumáticas como guerras, violaciones o catástrofes naturales, logran superar las secuelas psicológicas que les dejan estos eventos cuando consiguen hablar de los mismos.
Imagina que durante la noche tienes una pesadilla muy, muy desagradable. Al levantarte ya no la recuerdas, sin embargo, durante el día te notas especialmente tenso o de mal humor, o en estado de alerta constante, sin saber ni siquiera por qué. Esa pesadilla sigue viva en tu subconsciente.
Si consiguieras recordar la pesadilla, ¡te darías cuenta de que fue horrible y lo pasarías mal al revivirla! Pero... también te darías cuenta de que fue sólo una pesadilla, de que ya terminó.
El trauma no necesariamente tiene que ser una experiencias tan dramática como las expuestas antes, ya que la gravedad del trauma depende de la subjetividad con la que se vivencie el acontecimiento. Así, traumas también pueden ser: un desengaño amoroso, un despido o una fuerte discusión. Las personas que vivencian un trauma, cuando ocultan esa experiencia, lo que están haciendo en realidad es guardarla.
El monstruo se queda dentro de nosotros.
Cuando lo contamos, a nuestros seres queridos, a nuestro psicólogo o a otras personas que han pasado por las mismas experiencias o similares, percibimos al monstruo como un ser feo y repugnante, pero que no puede ni debe hacernos daño.
Porque ha salido, lo tenemos fuera, y ya no nos puede alcanzar.
Superamos las heridas del pasado
cuando las integramos en nuestra experiencia de vida.
Al fin y al cabo, incluso de las experiencias más terribles se puede aprender algo. Las heridas te hacen más fuerte, más listo, más bueno. Se crece más a partir de la adversidad.
Aunque no te voy a mentir. Duele. Revivir una pesadilla duele mucho. ¡Pero es que tiene que doler! Cuando el trauma es físico y vas a rehabilitación, ¿acaso no duele? Pero te recuperas.
Después de todo: la salida del dolor es a través del propio dolor.
Y se sale. Te prometo que se sale. Fuerza, un abrazo.