SALIR FUERA

22/10/2020

El pasado sábado 17 de octubre hice el Taller de Mindfulness en Emociones y, tanto por cosas que se dijeron en el mismo como por otras que me han ido pasando con pacientes durante esta semana, he llegado a una especie de reafirmación. Digamos que una revelación es cuando descubres algo que no sabías; y una reafirmación podría considerarse cuando refuerzas una idea ya sabida.

 

Vivimos demasiado dentro de la mente. Esta idea ya la sabía y la tengo ampliamente reforzada, por mi experiencia como psicólogo y porque parte del mindfulness va de eso, precisamente, de salirte de la mente y convertirte en observador del observador, es decir, ser capaz de contemplar los pensamientos como fenómenos que forman parte del aquí y ahora, lo mismo que las emociones, lo mismo que la lluvia o los rayos de sol, y no reaccionar ante la propia experiencia, ya sea interna o externa, ni acabar condicionado por ella.

 

Hemos endiosado a la mente. En una sociedad excesivamente racional, acabamos por escucharnos demasiado, y eso da lugar al neuroticismo, un rasgo de personalidad definido por la preocupación obsesiva y que provoca estados, cuando no trastornos, de ansiedad y depresión.

 

Y eso es lo que yo trabajo como psicólogo cognitivo-conductual, enseñar a la persona a no hacer tanto caso a los pensamientos negativos que dominan su mente, a que esta nos puede engañar a veces, a que existen toda una serie de creencias irracionales y sesgos de percepción e interpretación que acaban por generar malestar emocional y conductas disfuncionales, y que se pueden detectar y sustituir por pensamientos y hábitos más positivos y sanos.

 

Pero... esa es solo una parte del trabajo. Y esta es la gran reafirmación que he tenido esta semana. Algo que ya sabía pero no me recordaba lo suficiente y ahora espero repetirme mucho más, y que es que para salir fuera de la mente, tenemos un vehículo en nosotros mismos para realizar ese desplazamiento: nuestro cuerpo.

 

Hemos endiosado a la mente. Y no solo somos mente. También cuerpo. Y sus cinco sentidos. En una sociedad tan racional, donde el sistema educativo, desde el principio, pone mucho énfasis en el razonamiento lógico matemático y muy poco (o nada o casi nada) en la inteligencia emocional, en la educación física, la nutrición, la música y danza u otras actividades creativas, en un mundo en el que nuestros sentidos no cesan de recibir estímulos tecnológicos (publicidad, redes sociales, televisión), en un contexto social en el que nos pasamos horas y horas sentados trabajando el cerebro y muy poco moviendo nuestro cuerpo, nos hemos ido sumergiendo demasiado dentro de la mente y poniéndola a mil revoluciones por minuto, y hemos apagado el cuerpo.

 

Solo la mente habla y solo a la mente escuchamos. Y os aseguro que el cuerpo tiene muchas cosas interesante que decirnos, muchas de ellas más interesante y útiles que las que nos dicen nuestros pensamientos. Porque, como le decía hace poco a una paciente, un problema no se resuelve dándole vueltas y vueltas mentales. Bailando tampoco. Pero al menos bailando te sientes mejor. Y sintiéndote mejor, te colocas en una mejor posición para afrontar tus problemas.

 

Entonces, para salir de la mente y estar más presentes en el aquí y ahora, tenemos el maravilloso instrumento de nuestro cuerpo, que está deseando que lo usemos, que le demos voz y que lo escuchemos más, que lo tengamos más en cuenta, para así poder cuidarlo como se merece.

 

Y estas son algunas ideas para salir fuera a través de nuestro cuerpo:

 

- Meditación. Escucha tu respiración. Tu mente te dice a veces "Ten miedo, mira lo que puede pasarte en el futuro". Tu respiración te dice: "Mira, estás vivo; disfrútalo".

 

- Haz ejercicio: pilates, yoga, andar, correr, deporte... Dale movimiento al cuerpo, ¡lo necesita (s)!

 

- Usa tus sentidos con consciencia. Ellos son el canal que te conecta con el aquí y ahora, con lo que está pasando. Tu mente te arrastra hacia el pasado y el futuro, tus sentidos hacen que contemples ese paisaje que está delante de ti, te envuelvas en los sonidos de la naturaleza, te embriagues con los aromas, o saborees lentamente ese café o taza de té que te estás tomando (¡o esa cerveza!).

 

- Tócate. Y toca (si te dejan, claro). Es increíble lo mucho que usamos el altavoz de la mente, el lenguaje verbal, como medio de comunicación entre amigos, familiares o parejas, y lo poco que nos tocamos, cuando es una manera igual de válida (o incluso mejor, dependiendo del momento) para comunicarse. Y cuando estés solo, igual, no te hables tanto y tócate más.

 

- La música. Ella, nuestra eterna amante, para los muchos que la adoramos, nos conecta con nuestro cuerpo y gracias a lo que nos transmite, a lo que nos hace vibrar, podemos bailar, cantar, tocar instrumentos... Expresar, al fin y al cabo. La música es el entorno ideal para que el cuerpo hable.

 

- El descanso. El simple hecho de estar tirados en el sofá, hacernos los remolones en la cama, darnos una ducha relajante... Son placeres sensoriales que nos descargan de tanto estrés mental, nos relajan, nos sanan.

 

Hay más, seguro que hay más actividades que podemos hacer con nuestro cuerpo para darle voz y escucharlo más. Puedes dejar tus ideas en comentarios y ayudarnos así a liberarnos de la cárcel de nuestra mente.

 

Cuestiona todo lo que digo; la duda nos acerca más a la verdad.

 

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Si te gusté yo, hago terapia en consulta en Málaga y online para el resto del mundo.

 

Y, aunque virtual y no en persona, ¡recibe este abrazo!

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