Hace poco vi la película japonesa del director alemán Wim Wenders, Perfect Days. Retrata la vida de un hombre sencillo, que pasa su día a día de manera tranquila, solitaria, dedicándose a hacer su trabajo, limpiar urinarios, lo mejor que puede, tratando de no molestar a nadie y de ayudar al prójimo en lo que esté en sus manos. Escucha cintas de cassette de los 60 y 70, lee, contempla, saborea...
En cuanto terminé de verla supe que tenía que dedicarle una reflexión, porque nos muestra un estilo de vida casi completamente opuesto a lo habitual en la época contemporánea: vivimos de manera frenética, siempre con algo que hacer, siempre rodeados de gente (que no significa acompañados), no paramos, no observamos, la multiplicidad y complejidad de los estímulos que nos invaden, nos desbordan... ¿No te sientes a veces así, desbordado?
Frente a esa manera de vivir, y tratando de hacer un esfuerzo por parecerse un poco a Hirayama, el protagonista de Perfect Days, cada vez hay más gente (y aún así, siguen representando una minoría) con una nivel de consciencia, no diré que más elevado, simplemente distinto. Personas que se han dado cuenta de la importancia crucial de cuidar su bienestar psicoemocional y de que, por y para ello, es necesaria una forma de vida más amable, más lenta, con menos presión y sobre carga, más sencilla.
Sin embargo, el sistema, este maldito y asqueroso sistema capitalista (o neoliberal = capitalismo al cuadrado = sociedad materialista y egoísta), un sistema al que no le interesa para nada las personas amables, lentas y sencillas, porque actuar así no resulta productivo y todo lo que sea improductivo este sistema lo margina y desecha, pues este sistema, digo, se ha rearmado frente a ese nuevo nivel de consciencia, y cada vez nos lo pone más difícil. Mucho más difícil.
A fin de cuentas, o mejor dicho, haciendo cuentas, para vivir de manera sencilla es necesario priorizar. Uno empieza priorizando aquellos aspectos de la vida, como tiempo con la familia y los amigos, o el cultivo de lo que Aristóteles llamaba la virtud (obrar bien para uno mismo y los demás), que se han demostrado por los estudios que son los que más felices nos hacen, y acaba dando un lugar más bajo a otros aspectos como la riqueza material o el estatus. Pero cuando el sistema se rearma y no te permite llegar a esos cálculos, porque simplemente no salen las cuentas, porque la vivienda se ha convertido en un objeto de lujo, porque para poder llegar a fin de mes hay que trabajar cada vez más solo para poder conseguir pagar lo básico, entonces estás exprimido, el sistema, entiéndase por sistema a todos los que tienen capital y se lucran con el sudor de tu trabajo, te exprime, te tiene literalmente exprimido.
Es en ese momento cuando uno se da cuenta de lo jodido que está, de que no puede elegir una vida sencilla porque no le dejan, y salir de la rueda del hámster pasa por quedar en el desamparo, en la marginación, excluido de una sociedad adicta al dinero y a lo material pero de la que si no formas parte no vas a poder ni subsistir. O eso o...
... cambiamos las putas reglas del juego.
El sábado 29 de junio en Málaga nos manifestamos por que la ciudad sea un espacio en el que vivir, y no para sobrevivir. Los precios de la vivienda son insostenibles, y no es ya solo que te impidan vivir una vida sencilla (sin lujos ni excentricidades, pero con más tiempo para las personas queridas y para uno mismo), es que ni matándote a trabajar puedes acceder a un techo y cuatro paredes bajo los que refugiarte, con toda la problemática para la salud mental que ello conlleva: personas que se sienten frustradas por no poder iniciar un proyecto de vida, otras que tienen que alejarse de sus arraigos en la ciudad en la que nacieron, otras que soportan los inasumibles precios a costa de un nivel de estrés que cada vez les pasa más factura.
Los abusadores económicos (propietarios, fondos buitres, inmobiliarias, bancos, y políticos que se alinean con ellos), no solo no quieren impedir que vivas una vida sencilla, porque no les renta, es que te lo van a poner lo más difícil que puedan, al más alto coste, porque es eso lo que les hace ganar más dinero.
Y su estatus, su materialismo, su alto tren de vida..., lo estás pagando tú, con tu sacrificio, y con tu salud. Por ello, amigo, amiga, si estás en Málaga el 29 J, ven con nosotros, ¡y rebélate!
Y que ese sea solo el primer paso. Porque si ellos quieren que sus beneficios aumenten a costa de nuestra felicidad, nosotros les daremos paz social únicamente a cambio de que terminen con su avaricia.
Y si no quieren, que no haya paz social.
Cuestiona todo lo que digo, la duda nos acerca más a la verdad.
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Si te gusté yo, hago terapia psicológica en consulta en Málaga y online para todo el mundo. También tengo un par de libros.
Y, con ganas de cambio, ¡recibe este abrazo!