Hoy es Blue Monday. Ya sabéis, el día más triste del año según un científico que creó una ecuación en la que tenía en cuenta el clima, la disponibilidad de dinero tras las fiestas (Cuesta de Enero lo llamamos aquí), y la confirmación del fracaso de los propósitos del nuevo año: ya me fumé mi primer cigarrillo, ya dejé de ir al gimnasio...
Por supuesto, esta teoría no hay que tomársela en serio, hoy puede ser el día más triste del año como también el más alegre dependiendo de quién seas, qué haya pasado y sobre todo, cómo lo hayas afrontado.
Pero oye, a mí esta moda del Blue Monday al menos me sirve para no comerme mucho el tarro a la hora de elegir tema para escribir mi post semanal: la tristeza.
Pero a diferencia del año pasado, en el que daba consejos para salir de estados depresivos, ahora me centraré en qué solemos hacer mal cuando nos dan esos, como solemos llamar coloquialmente, "temidos" bajones. Es decir, qué no hay que hacer cuando estamos mal, a no ser que queramos ponernos peor.
Atención, porque te puedes ver muy identificada/identificado en este, por decirlo de una manera suave, descenso a los infiernos de la melancolía extrema y adictiva. Si es así, ya sabes, te vendrá muy bien no seguir haciendo nada de lo que viene a continuación:
1. Dramatizar. Sentir tristeza es lo más normal del mundo, hoy y cualquier otro día del año, así que permítetelo. En el momento en el que sobrevaloramos nuestros momentos de flaqueza emocional, aumentamos sin saberlo el impacto negativo que tienen sobre nosotros.
2. Identificarte. Pensamientos como: "Soy un amargado, mi vida es una mierda..." implican asignarte una identidad o un rasgo estable a partir de un evento inestable. Estás triste, no infieras nada permanente sobre ti o tu vida por ello, es normal, se pasará. Precisamente...
3. Pensar que no se pasará. Las emociones son transitorias. Sin embargo, podemos llegar a pensar "Ya está, esto es lo que toca, a partir de ahora, siempre así". Warning! Ésa es la 1ª puerta de entrada hacia la depresión: la indefensión, pensar que que haga lo que haga, no cambiará. Mentira. Cambia. Quizá no cuando tú quieras, pero siempre si tú quieres.
4. Compararte. Esto es en realidad un mal hábito siempre, así que cuando "estamos depres" mucho peor todavía: "Todo el mundo es feliz menos yo, todos tienen la vida que quieren, los demás no lo pasan tan mal..." Habría que analizar el estudio estadístico en el que te basas para llegar a tales afirmaciones. : /
5. Reprimir tus emociones. Es decir, negar que te sientes así, no permitirte llorar, decirte a ti misma: "Tienes que ser fuerte, baby". Conozco a un montón de personas con una fortaleza increíble y muchas de ellas han llorado delante mía. Al negar algo lo sobrevaloramos (recordar Primer Punto), al aceptarlo lo normalizamos, y llorar sirve para curar y cuando uno está curado está mejor preparado para afrontar nuevos retos.
6. Recurrir a la adicción. Comida, compras, drogas, sexo... Quizá lo último no sea tan malo. Es broma. Cuando recurrimos a ciertas conductas de una manera compulsiva como forma de evitación, para no afrontar nuestros conflictos o no tener que aceptar nuestras emociones, el problema lejos de solucionarse, se mantiene y se agrava. La salida de dolor es a través del propio dolor. Y estas conductas compulsivas se suelen hacer para huir del dolor.
7. Meternos en la cama. Es decir, hacer caso a la emoción. Cuidado, un día en la cama tras un bajón puede ser buenísimo. Pero una semana no. Porque normalmente tenemos cosas que hacer, ¿a que sí? Las emociones suelen hacer una llamada a la acción o a la inacción: si nos llama a llorar es bueno, pero si nos llama a hacer cambios que suponen una interferencia grave en la vida que desearíamos llevar si no estuviera esa emoción presente, no hay que hacerle caso. La emoción puede estar, pero no por ello debemos cederle el control de nuestra vida.
8. No salir. Es decir, dejar de hacer cosas que te gustan, como salir o practicar un hobby, o ponerte a cantar en la ducha. Si no te apetece, no lo hagas, no te presiones a hacer algo que no te apetece hacer. Pero puede que en el fondo sí te apetezca y que lo único que te lo impide son creencias irracionales o sentimientos de culpabilidad injustificados. En los malos momentos: tienes todo el derecho del mundo tanto a quedarte en la cama llorando (un día) como a salir de fiesta y liarla parda.
9. Pagarlo con los demás. Reconozcámoslo, estar de bajón es lo más natural del mundo, sí, vale, pero cuando estamos de bajón, mmm... No solemos ofrecer la mejor versión de nosotros mismos. Y al final pagamos nuestra tristeza, o más bien nuestra frustración por sentir tristeza (y de nuevo recordar Punto 1), con quienes más queremos, y donde había un problema ahora hay un follón. Un "hoy no estoy pa´nadie" a tiempo, puede salvar muchos matrimonios, amistades e incluso relaciones con los cuñados.
10. Perder el sentido del humor. Una de las cosas que me han enseñado mis pacientes y que más admiro y valoro, es su capacidad para sacar una sonrisa después de una llorera porque me acababan de contar una experiencia muy dolorosa para ellos. Permítete estar triste, que no pasa nada, porque se pasa, pero por nada del mundo te permitas, ni siquiera en los momentos tristes, perder la sonrisa.
Y si se pierde que vuelva pronto, eh, porque es de las cosas más bonitas que tienes. ¡Un abrazo y que tengas un feliz o triste o lo que te dé la gana a ti Blue Monday!