El sistema educativo, al menos en España (y casi en el resto del mundo), aún sigue centrado en el desarrollo de la inteligencia lógico matemática, sobre todo, y lingüística, en la adquisición y consolidación de contenidos, y en los resultados académicos.
Otro tipo de modelo es posible, en el que se priorice la aplicación práctica por encima de la mera acumulación de teoría, y el desarrollo de competencias como la creatividad, la capacidad de análisis y el pensamiento crítico, por encima de las notas.
Y por supuesto, en el que se tenga en cuenta otros tipos de inteligencia más allá de la lógico matemática o la lingüística, como la Inteligencia Emocional.
Ya en 1983, el psicólogo y profesor de Harvard, Howard Gardner, ideó la Teoría de las Inteligencias Múltiples, de máxima aceptación hoy, en la que se dejaba de considerar la inteligencia como algo unitario y se empezó a entender como una red de potencialidades intelectuales interrelacionadas. En la actualidad se distinguen hasta 8 tipos de inteligencias: la lógico matemática, la lingüística, la corporal-cinéstésica, la visual-espacial, la musical, la naturalista, la interpersonal y la intrapersonal.
Más tarde, en 1990, los psicólogos John Mayer y Perter Salovey crean el constructo de la Inteligencia Emocional, que después popularizaría Daniel Goleman con el libro homónimo. Este concepto, al ser posterior a la Teoría de Gardner, queda fuera de la misma, pero en realidad la Inteligencia Emocional engloba aspectos claves de la inteligencia interpersonal e intrapersonal, ya que definimos a aquélla como: la habilidad para comprender, expresar y regular nuestras propias emociones y las de los demás.
Gran parte del éxito del libro de Daniel Goleman, Inteligencia Emocional, se debe a que numerosos estudios científicos recogidos en el libro ponen en evidencia que la inteligencia lógico matemática (la que miden los tests de inteligencia para llegar al Coeficiente Intelectual) no es mejor predictor del éxito que la Inteligencia Emocional.
Y es que a fin de cuentas, ¿de qué te sirve ser el más listo de la clase si luego vas a suspender un examen, te vas a frustrar, no vas a saber lidiar con esa emoción, y vas a acabar dejando los estudios? ¿De qué te sirve estudiar mucho y hacer siempre los deberes, si cuando te pongan a hacer una actividad en grupo, no vas a saber trabajar en equipo, por falta de empatía o habilidades de comunicación?
¿De qué sirve hoy tener un expediente académico impoluto, si no sabes regular tus propios estados emocionales? ¿De qué sirve haber llegado a directivo si vives estresado? ¿De qué sirve el éxito si no eres feliz, o acaso el mayor éxito no es la felicidad?
La Inteligencia Emocional, junto a la creatividad y el pensamiento crítico, sigue siendo hoy la gran olvidada de los sistemas educativos, y he aquí un buen número de razones para implementarla desde ya en las escuelas:
- Permite un conocimiento más profundo de uno mismo y de su Universo Emocional.
- Hace ganar autoconfianza.
- Favorece el autocontrol, la adaptabilidad y la innovación.
- Genera actitudes de motivación y optimismo.
- Facilita la adquisión de habilidades sociales y el trabajo en equipo.
- Incrementa la capacidad empática de los individuos.
- Refuerza la tolerancia al estrés, a la frustración y a la incertidumbre.
- Provoca la facilitación emocional: cuando a través de la regulación de mis emociones facilito otros procesos, como la toma de decisiones, la innovación y el rendimiento.
Y todo ello es imprescindible para el éxito, sea esto lo que cada persona quiera entender como éxito.
En definitiva, un buen desarrollo de nuestra Inteligencia Emocional facilita que seamos capaces de adaptarnos a los retos continuamente cambiantes de esta sociedad, y no sólo eso, también transformarla, para crear un mundo mejor.
A fin de cuentas, un mundo con personas más felices, o con mayor facilidad para gestionar su felicidad/infelicidad, es un mundo con menos competitividad, con menos conflictos, con menos guerras.
Afortunadamente, las personas no dejamos de aprender durante toda la vida. Por ello este sábado 8 de Julio impartiré en Málaga un Taller de Inteligencia Emocional. Porque nunca es tarde para tener éxito en nuestra insaciable búsqueda de la felicidad.
Te dejo con una frase de (¡atención!) Aristóteles: "Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto". Buen día, un abrazo.