En muchas ocasiones, trabajando con mis paciente (lo cual me sirve también para "trabajarme" a mí mismo) me doy cuenta de que las personas hoy en día tenemos la falsa creencia de que para ser felices debemos conseguir ciertas cosas.
Y sin embargo, muchas veces nos sentimos mejor, más que persiguiendo algo (sobre todo cuando ese algo es un imposible), renunciando a algo.
Con la renuncia, me libero de cargas, y hago de mi búsqueda de la felicidad un viaje menos pesado, más liviano.
Porque muchas veces, menos es más.
Y porque renunciar no es conformismo, es lucidez: es darse cuenta de que no necesito esto para ser feliz. Es más, es ser consciente de que precisamente mi apego a determinado objeto, idea o persona es lo que provoca mi infelicidad, a través de la frustración por no tenerlo o la ansiedad innecesaria por conseguirlo o el miedo a perderlo.
Así, podemos a renunciar a:
- Vivir con garantías. La garantía de que me van a ir bien las cosas, de que si emprendo un proyecto conseguiré mis objetivos, de que no erraré en mi elección, de que no voy a sufrir... Fijaros qué tontería más grande: por querer hoy tener la garantía de que mañana voy a estar bien, me pierdo estar bien hoy. Porque me preocupo. Así que no funciona, no es útil, no es válido. Mucho mejor, vivir sin garantías, pero con todas las posibilidades. Las que tú construyas desde tu aquí y ahora.
- Vivir con comodidad. El exceso de pretensión de comodidad es lo que origina el síndrome puf del que hablaba recientemente en otro post. Y ante cualquier problema, ante cualquier cambio de planes no deseado, ante cualquier gran o pequeña adversidad... ¡PUF! Es decir, magnificamos y nos generamos disgustos y neuras totalmente innecesarios. Renunciar a la comodidad es dejar entrar a la incomodidad en tu vida, y a partir de ahí empezar a ver los problemas como desafíos, los cambios como oportunidades, y la adversidad como aprendizaje.
- Vivir con la aprobación de los demás. Porque esta carga puede ser especialmente limitante: te limita tu propia esencia, tu ser. Si al final buscas la aprobación de los demás para ser feliz, te expresarás y actuarás no conforme a lo que sientes y lo que eres, sino conforme a lo que piensas que los demás quieren que seas, y la paradoja es que nos solemos sentir bien siendo como verdaderamente somos y eso es además lo que mejor sabemos hacer. Renuncia a la aprobación y acepta el amor incondicional que te brinden, quien te lo brinde, que seguramente no será todo el mundo, pero quizá sí las personas más importantes de tu mundo.
- Vivir felices. Sí, es muy posible que, fijaros qué paradoja aquí también, para ser felices, debamos renunciar a la misma idea de ser felices. Desde luego, como mínimo a la idea de ser felices siempre, ya que eso no existe, y por tanto, si tengo esa pretensión, cada vez que me sienta mal, me frustraré mucho y me sentiré peor. Pero también renunciar a la idea de que debo obtener algo para alcanzar felicidad: cosas materiales, virtudes, metas, crecimiento profesional y personal... Nadie está diciendo que eso sea malo y que no lo puedas obtener...
... pero si renuncias a la idea de que tu felicidad está subordinada a todos esos aspectos...
... quizá entonces, seas feliz, y punto.
Un abrazo.